El Trastorno Límite de Personalidad puede comenzar a manifestarse en la infancia, siendo más frecuente su aparición en la adolescencia. Sin embargo, los problemas graves y crónicos aparecen en el principio de la edad adulta. Conocer esto significa que podemos tomar las medidas adecuadas para la detección, el abordaje educativo y la temprana instauración del tratamiento desde la infancia, lo que, sin duda, puede facilitar una evolución mucho más favorable del trastorno.
Su origen suele estar condicionado por una elevada sensibilidad emocional, por experimentar las emociones de forma muy intensa y porque a esa persona le cueste retornar a la calma más de lo habitual. Además, entre los factores de riesgo nos encontramos con antecedentes familiares cuya consecuencia suele ser la alteración del estado de ánimo, el abuso de sustancias tóxicas, el trastorno en la conducta y la enfermedad mental. También existe un apego inseguro con respecto a los progenitores, lo que implica una ausencia de estabilidad, con experiencias tempranas de trauma, pérdida o desatención. También la crianza se da con otras figuras familiares y además existe un alto riesgo de exclusión social.
Algunos síntomas son el descenso en el rendimiento académico, la dificultad para expresar sus opiniones o desenvolverse adecuadamente en su medio social, el nerviosismo, la apatía, la escasa energía, baja autoestima, inseguridad, frustración, cambios en el estado de ánimo, agresividad, impulsividad a la hora de resolver problemas o tomar decisiones, etc.
Los colegios y el entorno familiar son contextos sociales claves en el desarrollo de la personalidad y del comportamiento de la población infantil y juvenil, ya que el aula es el lugar donde se manifiestan y evidencian con frecuencia, las dificultades reales del alumnado, es el espacio donde el alumnado pasa la mayor parte del tiempo y por ello nos puede proporcionar mayor información sobre la atención, motivación y sobre sus habilidades en las relaciones interpersonales, tanto con el profesorado, como con su grupo de iguales.
Desde el centro educativo hay que empezar por comprender la importancia del Trastorno Límite de Personalidad, así como sus diagnósticos asociados, con el fin de permitir la detección precoz de conductas anómalas. Utilizar métodos de observación sencillos que nos puedan ayudar a evaluar conductas que nos den indicios de un posible desajuste del desarrollo de la personalidad, así que por parte del profesor la observación directa, aunque también el uso de registros o cuestionarios de conducta de niños y adolescentes, y por parte del equipo de orientación entrevistas familiares e informes socio-familiares. También es importante que toda esa información se le traslade a especialistas y reforzadores para finalmente poder modificar la gestión del aula en beneficio del alumnado y poder planificar la colaboración con la familia fijando objetivos comunes y realistas.
Yo no soy médico, ni psiquiatra, ni psicólogo. No tengo la cura a enfermedades de este tipo, pero lo que sí tengo claro y que ninguno de ellos suele decir, es que el amor, el cariño, la integración o la comprensión, en definitiva, la normalidad, hacen que enfermedades de momento tan desconocidas como esta, se hagan día a día más llevaderas para quienes lo sufren.
BIBLIOGRAFÍA
GUERRERO GARIJO, Elena, Guía informativa. Detección y Atención en el aula del Trastorno Límite de Personalidad, Madrid, 2012.
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